Nicaragua transita hacia un régimen más totalitario, con un control social, que encarcela a opositores, cierra medios de comunicación y persigue a miembros de la iglesia.
Pese a los intentos democráticos previos, finalmente llegó Daniel Ortega a la presidencia junto con su esposa como vicepresidenta y ahora busca perpetuarse en el gobierno, cambiando leyes, eliminando instituciones y concentrando el poder.
Nicaragua está abierto a la relación con China y Rusia, con lo que se contrapone a Estados Unidos.
Una de las forma de Daniel Ortega para permanecer en el poder ha sido con el clientelismo, con los sectores más desprotegidos y pobres quienes dependen solamente del gobierno y de sus prebendas.
Asimismo, bajo estas condiciones, en Nicaragua se fortalece la corrupción y el clientelismo, anulando los poderes del estado, lo que ya se ha vivido en otros países como Cuba y Venezuela.
Daniel Ortega ha eliminado tribunales electorales, y el poder judicial con lo que prevalece la impunidad para quienes apoyan al gobierno; además castiga a opositores que no tienen ninguna forma de defensa ni un juicio justo.
Al concentrar el poder y las fuerzas armadas Nicaragua reduce su calidad democrática y cada vez hay menos posibilidad de que la gente pueda participar y que su voz sea escuchada.
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