Limpiador de maquillaje: Hagas lo que hagas, ¡nunca duermas con maquillaje puesto! Al final del día, asegúrate de removerlo todo con un limpiador a base de aceite que remueva desde la base hasta el rímel.
Jabón para la cara: después limpia tu cara para deshacerte del polvo, el sudor y otra suciedad que hayas acumulado en el día. Este puede ser líquido o en barra, la idea es que sea a base de agua y que haga espuma.
Exfoliante: este paso es muy importante para remover las células muertas de la piel. Sin embargo, no se trata de un paso que debes hacer todos los días. Lo ideal es hacerlo cada tercer día para obtener una textura envidiable de la piel.
Tónico: luego sigue el tónico, un producto que se encarga de balancear tu PH y devolverle la humedad natural a tu piel después de lavarla.
Esencia: aplicar aceites esenciales es genial para nutrir tu piel y llenarla de antioxidantes y vitaminas.
Serum: los serums se aplican con goteros, pues solo unas gotas bastan para darle vitalidad y elasticidad a tu piel. Existen algunos que tratan problemas específicos, como arrugas, manchas y acné.
Mascarilla: este paso tampoco es necesario todos los días, pero sí que se trata de un paso muy divertido y relajante. Elige una mascarilla que hidrate tu piel y la ilumine. Las que contienen ácido hialurónico son fantásticas.
Contorno de ojos: si lo que quieres es prevenir las bolsas y mejorar el aspecto de las ojeras, entonces no se te puede olvidar aplicar crema para los ojos. Recuerda que los párpados son zonas muy delgadas y delicadas, por eso hay que consentirlas mucho.
Crema hidratante: para sellar todos los productos anteriores y para prevenir la pérdida de humedad y tener una apariencia luminosa, aplica tu crema hidratante favorita.
Protector solar: finalmente, nunca salgas de tu casa sin aplicar protector solar que te proteja de los rayos UVA y UVB. Esto te ayudará a prevenir arrugas prematuras, manchas y hasta cáncer de piel. Recuerda volver a ponerte más bloqueador cada 4 horas.