San Luis Potosí fue la entidad con la peor caída en la más reciente edición del Índice de la Paz, pues durante 2020, se desplomó siete posiciones, al caer del sitio 15 al 22.

El «Índice de la Paz México 2021: identificación

y medición de los factores que impulsan la paz», es elaborado por el Instituto para la Economía y mide el impacto de las diversas expresiones de la violencia en el país en los estados, en especial la de corte delictivo.

El documento señala que el país tuvo una mejora en el índice, por primera vez en cuatro años.

Sin embargo, San Luis Potosí quedó al margen de esa mejoría, al presentar empeoramiento en cuatro de los cinco indicadores que mide el estudio. 

«Los deterioros más importantes en 2020 ocurrieron en Zacatecas, San Luis Potosí, Sonora, Guanajuato y Michoacán», es uno de los hallazgos del reporte.

Destaca que tres entidades, la potosina, Zacatecas y Guanajuato, «están ubicados en la región del Bajío, en el centro norte de México, y comparten fronteras entre sí. En los últimos años, esta región se ha convertido en el escenario de una violenta lucha entre varios cárteles nacionales de drogas por el dominio del creciente mercado del fentanilo».

El documento detalla que la calificación general del estado cayó 14.1%, al pasar de 2.718 puntos a 2.956. Entre más alta la cifra, menos pacífica la entidad.

Por posiciones, en 2019 la entidad estaba en el sitio 15 y pasó al 22, el movimiento individual más grande de cualquier estado en la clasificación.

El indicador de crímenes de la delincuencia organizada, explica el documento,  se deterioró debido a aumentos significativos en delitos mayores, secuestros y trata de personas, extorsión y delitos de narcomenudeo.

Las bandas criminales en la entidad, detalla, se enfrentaron por el control del territorio y las rutas estratégicas del tráfico de drogas.

En correspondencia con el aumento de crímenes de la delincuencia organizada, San Luis Potosí experimentó un aumento sustancial en las tasas de homicidios y delitos cometidos con armas de fuego, que aumentaron en un 44.4% y 39%, respectivamente. En comparación con el año anterior, la proporción de homicidios cometidos con arma de fuego aumentó en un 9.8%, hasta el 74.7%.