Alejandra Guzmán dedica un rocanrol a Silvia Pinal

En octubre de 2023, Alejandra Guzmán salió al escenario de la Arena CDMX para celebrar 35 años de carrera y lo hizo como siempre, bromista, desenfadada y quitada de la pena, e incluso, para muchos, ofensiva por su desparpajo en el escenario. Pero aun con esa actitud, hubo siempre un cariño que la hacía parecer vulnerable, el de su madre, Silvia Pinal, quien la acompañó aquella noche.

El pasado sábado, casi dos años después, Alejandra apareció para brillar de nuevo, pero esta vez tuvo que hacerlo sin su mami en las gradas, eso no impidió que le dedicara el show a quien fuera una de las primeras actrices más influyentes en la historia del cine y televisión mexicana, quien falleció el pasado 28 de noviembre. “Quiero dedicar este show a mi madre”, dijo Alejandra después de una entrada potente con Mírala, Míralo, hizo una pausa y continuó, mientras era interrumpida por el público con sus aplausos.

Sí así es, exacto, dediquémosle un aplauso fuerte a mi mamita, que, en donde quiera que esté, sé que está feliz viéndonos”, dijo con esa voz arrugada que pareciera que se atora en la garganta de la rockera. “Me enseñó a disfrutar y dar toda el alma, aunque uno esté enferma, siempre dejó claro que el show debe continuar. Gracias por eso, mami”, recordó.

A quien sí pudo dedicar el show en cuerpo presente fue a su padre Enrique Guzmán, quiEn estuvo hasta adelante, en primera fila, viendo a su hija sudar cada canción, y seguir con ese aire atrevido, agresivo y sin importar el qué dirán.

A Enrique lo saludó también más a su manera. “Gracias, jefe, por darme la vida”, dijo la cantante. Desde ese momento y hasta el final del show, todo fue baile, canto y desmadre a lo Alejandra Guzmán, entre rocanrol con El rock de la cárcel, y clásicos suyos ante 11 mil personas, poco más de la mitad del aforo completo de la Arena, un recinto difícil de llenar hasta la última butaca, pero que respondió profundamente a cada tema que la cantante eligió para esta ocasión.

Vestida toda de cuero siguió con el repertorio con Volverte a amar y Reina de corazones, donde un automóvil irrumpió en la tarima para que Guzmán se subiera a bailar encima del cofre y desde ahí seguir moviendo su melena larga oscura.

¡Qué rica vibra! Ya me hacía falta cantar en mi país, en mi ciudad, la más grande y la más chingona de todas”, gritó. Antes de despedirse no podría dejar de tocar Mala hierba, tema que fue acompañado por imágenes que la artista ha protagonizado, polémicas, como cuando ha respondido a la prensa por sus problemas de adicciones, hasta la más reciente, la ruptura con su hija Frida Sofía, quien acusó a Guzmán de ser una madre ausente y a su abuelo Enrique de abuso sexual.

Pero esos momentos crudos de su vida no fueron para apagar el concierto, sino para recordar que a ella no le importa lo que se diga de su vida. “Uno tiene que ser la que se porta mal y a la que me dicen de cosas los reporteros, pero mala hierba nunca muere”. Al final, Eternamente bella fue la excusa para hablarle a la comunidad LGBTIQ+, ahí ondeó una bandera del movimiento y, para despedirse, cantÓ otro clásico más Hacer el amor con otro, para cumplirle a su gente.

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