
Así como los perros alegran la vida de las personas, también hay quienes se dedican a alegrar la vida de los perros, ya sea rescatándolos, aprendiendo más sobre ellos o cuidando su salud, así como enseñándoles diferentes habilidades.
Sus ojos y sus mejores amigos
Silvia Lozada Badillo
Fundadora de la Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para ciegos IAP
Debido al sarampión, Silvia Lozada Badillo perdió la vista a los tres años, por lo que años después su familia se trasladó de su natal Hidalgo a la Ciudad de México para que ella estudiara el kínder y la primaria en el Instituto para Niños Ciegos.
Cuando entró a la secundaria, se integró a la educación regular, para lo que también tuvo que empezar a desplazarse sola por la ciudad utilizando su bastón blanco para moverse de manera autónoma por las calles, el transporte público y el Metro.
Cuando estudiaba la preparatoria, uno de sus profesores le pidió a todos sus alumnos que ayudaran a Silvia a encontrar un perro guía y alguien les dijo que había escuchado que eso se lograba juntando miles de boletos de los camiones públicos.
Cuando los reunieron, nadie sabía a dónde se tenían que llevar, hasta que una compañera encontró a alguien en la calle con un perro guía y le dijo que en la escuela Leader Dogs for the Blind, de Rochester, Michigan, Estados Unidos, se podía aplicar para conseguir uno.
Así que los boletos de los camiones se fueron a la basura y Silvia escribió a esa escuela, donde fue aceptada. Inmediatamente se dio a la tarea de conseguir recursos para viajar mediante un trabajo en un despacho de abogados que le consiguió su profesor y con el apoyo del Club de Rotarios que le pagó el boleto de avión, además de que sus compañeros le regalaron algo de ropa para el frío.
Así, en febrero de 1982, cuando tenía 19 años, viajó sola a Estados Unidos para tomar la capacitación necesaria y recibir al pastor alemán que sería su primer perro guía. Pero a su regreso a México, encontró que no había leyes que reconocieran a estos animalitos –por lo que había lugares a los que no podía entrar, como el transporte público–, además que que las calles del país estaban saturadas de obstáculos.
“En Estados Unidos, prácticamente no hay obstáculos en la calle, puedes ir caminando y no tienes que desviarte; pero en México, cada centímetro hay un obstáculo en el piso o a la altura de las piernas, la cadera, el pecho, la cara o la cabeza”, relata.
Por esas razones, en 1988 empezó un proyecto para crear una escuela de perros guía en México. Después del arduo trabajo de conseguir un terreno, construir instalaciones y cumplir diversos requisitos, en noviembre de 1997 logró abrir la Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para ciegos IAP, localizada en los límites de la alcaldía Coyoacán.
“Somos la primera escuela de perros guía en México y América Latina que dona perros guía a personas ciegas y es un proyecto que inicié debido a lo trascendental que fue para mí contar con mi primer perro y la movilidad que me dio”; recuerda Silvia, que también es egresada de la carrera de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Además, ella ha trabajado por los derechos de los binomios caninos –el equipo que conforman un perro guía y una persona con discapacidad visual– e impulsa el conocimiento de las leyes y la concienciación de las personas y negocios para difundir la necesidad de estos perritos.
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